Corren tiempos muy difíciles para muchas empresas, especialmente en países que se preocupan tan poco del empresario como España.
Nunca recomiendo emprender, pero en España mucho menos.
Las probabilidades de éxito son mínimas, los márgenes de oportunidad muy pequeños, la burocracia infumable, y si las cosas te van mal, la inexistencia de una ley de segunda oportunidad real, te puede complicar mucho la vida si no haces las cosas bien.
Además, en otros países más civilizados todo esto a veces se ve compensado por un reconocimiento social sólo por el hecho de intentarlo, de poner tu patrimonio, tu tiempo y tu esfuerzo en la labor de crear riqueza y empleo, pero en este país cainita por excelencia no tendrás esa suerte, serás denostado tanto si te va bien como si te va mal.
Por eso sólo recomiendo emprender si es algo estrictamente vocacional, eres un poco masoca, y no puedes vivir sin la libertad de crear, como es mi caso.
Escribo este artículo porque muchos empresarios lo están pasando mal, y sé muy bien lo duro que es fracasar con un negocio, el tiempo que transcurre desde que las cosas empiezan a no ir bien hasta que el negocio se cierra son horribles. Tensiones en casa, noches sin dormir, negociaciones con hacienda y seguridad social, proveedores, despedir a empleados que en algunos casos ya se han convertido en amigos... y ver como tanto trabajo y esfuerzo se desmorona sin haber servido para cumplir tus propósitos.
En mi caso me he arruinado dos veces, y he de reconocer que no comparto el romanticismo de la autoayuda barata que te vende el fracaso como un paso imprescindible para tener éxito, porque no es así, o al menos no debería serlo. Aprender de los errores de uno está muy bien, pero hacerlo de los errores de otro, es mucho más económico.
Y por eso escribo este humilde artículo, quisiera plasmar mi experiencia en este sentido con mis primeros intentos, llenos de malas decisiones y errores de joven inexperto que me hicieron sufrir, madurar y aprender a marchas forzadas.
Aclarar si estás leyendo esto y no me conoces, que yo no soy un experto en nada, y que estos consejos son muy básicos, dirigidos a emprendedores que estén arrancando su primer negocio sin demasiada experiencia aún y estén pasándolo mal ahora por la situación sanitaria.
PRIMER ERROR: Ignorancia empresarial general.
Cuando monté mi primera empresa no tenía ni pajolera idea de lo que supone crear y dirigir una empresa, era muy joven y empecé a trabajar como comercial, se me empezó a dar bien vender, después formar a otros comerciales, y después desarrollar líderes para formar equipos, así que como trabajaba como un burro y me apasionaba desarrollar personas, decidí desarrollar estas habilidades trabajando para mi en vez de hacerlo para otro.
Lo peor es que nos fue muy bien, tanto que pasamos de ser 6 personas a cerca de 200 en 5 años, pero yo sólo me había dedicado a hacer lo único que sabía hacer sin poner empeño en formarme en todas las áreas necesarias para llevar una empresa con éxito.
Para que os hagáis una idea del carajal, ni si quiera había constituido una sociedad limitada cuando ya facturaba 0,5M€ al año, sin preocuparme de meter una factura de gastos, sólo pensaba en crecer, lo demás ni me importaba ni lo delegaba en alguien que sí se preocupase de ello, ni os imagináis los lagrimones que se me caen ahora revisando modelos 303 de aquella época, en hacienda estaban encantados.
Todo este despropósito obviamente pasó factura cuando las cosas se torcieron, si en ese momento en vez de estar orgulloso de crecer siendo un ignorante, me hubiese dedicado a formarme, estudiar y ordenar la casa, hubiera estado preparado en el futuro para afrontar cualquier bache en una situación infinitamente mejor.
Así que la primera lección que aprendí es que para tener éxito en el mundo de la empresa, no llega con tener un conocimiento especializado sobre un área concreto, el mejor cocinero del mundo puede fracasar constantemente montando Restaurantes si no tiene un conocimiento general de lo que supone gestionar la administración de su empresa.
Antes de emprender, fórmate!, mientras emprendes, sigue formándote!
SEGUNDO ERROR: Tomar decisiones tarde.
Es habitual enamorarte de tu primera empresa, y más si durante un tiempo ha sido una experiencia grata y has ganado dinero con ella.
Poco menos que la sientes como un hijo al que no puedes abandonar, los lazos afectivos que se adquieren con los sueños cumplidos son muy estrechos, es normal. Le has puesto mucho cariño y esfuerzo, lo has disfrutado durante un tiempo, y cuando las cosas se tuercen, descubres que tienes apego y que te resistes a creer que toca cerrar la puerta, todos somos muy optimistas cuando no serlo supone tomar decisiones dolorosas.
He pasado por eso y la primera vez que me arruiné fue por no cerrar a tiempo mi primera empresa, acabé vendiendo los muebles de mi casa para poder pagar a los empleados y lo pasé realmente mal, innecesariamente mal.
Las empresas son sólo un medio para ganar dinero, nada más. Si no te hace ganar dinero ni hay indicios de lo que vaya a hacer a corto plazo, hay que cerrar y pensar en el siguiente intento, pero a tiempo, no cuando ya arrastres muchas pérdidas y dolores de cabeza.
Siempre es bueno tener un grupo de 2/3 personas de confianza con experiencia en el mundo de la empresa que desde fuera puedan aconsejarte en un momento crítico si es el momento de cerrar o si creen que merece la pena un último intento.
Cuando uno está dentro de una empresa donde las cosas empiezan a ir mal es muy difícil mantener la cabeza fría, uno es siempre parte del problema, en ese momento necesitas más que nunca salir de la cueva y comunicarte con otras personas.
De hecho, una cosa que recomiendo encarecidamente cuando tu primera empresa da el primer indicio de no tener un buen futuro garantizado es echar curriculums y hacer entrevistas, quizá te de mucha pereza trabajar para otro y quizá no acabe siendo necesario, pero ver el mercado y descubrir que tienes a mano un plan B, te dará la tranquilidad necesaria para tomar las mejores decisiones en esos momentos.
Con decisiones como despedir suele pasar lo mismo, si eres empático nunca aprenderás a despedir, para mi siempre ha sido lo más duro del mundo de la empresa, pero tienes que tener claro que una SL no es una ONG, yo no siempre he tenido esto tan claro como ahora y he pagado el precio de tratar de mantener a todo el equipo cuando los números decían que no se podía.
Si te cuesta tomar este tipo de decisión, piensa que cuando despides a alguien no tiene por qué ser para siempre, de hecho, puede que sea la única forma de poder volver a contratarlo de nuevo más adelante, así es como lo debes transmitir: "Los números dicen que no puedo permitirme el privilegio que supone para la empresa mantenerte aquí, pero déjame esforzarme para levantar la situación de nuevo, e intentaré llamarte antes de que te surja una nueva oportunidad para que vuelvas"
TERCER ERROR: No dar la importancia debida a abogados y asesores.
La inexperiencia también me hizo pagar muy caro no estar rodeado de buenos abogados y asesores en momentos clave.
La segunda vez que me arruiné fue por una campaña comercial para una empresa que todos conocéis, era la primera vez que confiaban en una empresa externa para hacer una campaña comercial de venta directa en España, crecimos de una manera bestial, sólo en mi oficina hacíamos más de 100 ventas al día y tuvimos una facturación increíble.
¿Qué pasó? No cobramos prácticamente nada, ¿Por qué? Por mi culpa. No prestamos la atención debida al contrato, y la empresa no tenía un límite de tiempo desde que nosotros cerrábamos la venta hasta que ellos instalaban el servicio, se generó un embudo insufrible por la cantidad inesperada de ventas que hicimos, y no se llamaba a los clientes para la instalación antes de 6/8 meses después de la venta, el número de bajas llegó a ser de más del 85% y nos lo comimos con patatas por no haber tenido un buen abogado en plantilla que se dedicase a revisar debidamente los contratos.
Con esto aprendí que si te vas a dedicar al mundo de la empresa, los buenos abogados y asesores siempre son baratos, es fundamental estar bien rodeado, cuando las cosas van bien, y cuando van mal.
CUARTO ERROR: Poner todos los huevos en la misma cesta.
Como habéis podido comprobar, mi primera empresa de venta directa me ha dado más de un quebradero de cabeza, pero también momentos buenos e inolvidables. Otro de los grandes errores que cometí fue no haber diversificado cuando las cosas iban bien, nunca se debe apostar todo como yo hice, y mucho menos en una sola empresa.
No pienso daros una chapa sobre inversión porque para eso ya tenéis a cientos de miles de values en tuiter o blogs serios sobre este tema, me conformo con exponerte que si pudiera volver atrás, hubiera invertido en otras empresas y en otros sectores para diluir el riesgo.
QUINTO ERROR: No hacer partícipe a tu familia.
Este punto bien merecería un artículo exclusivo, pero intentaré resumir al máximo la gran lección que he aprendido en este sentido.
El camino de emprender, como cualquier camino iniciático es muy solitario, especialmente cuando las cosas no van bien. Uno se acostumbra a recibir leñazos cada día al mismo tiempo que se ve obligado a poner la mejor cara ante clientes, empleados... y familia.
Es común y a mi me pasó, que llega un momento donde nos creemos una especie de súper héroe que tiene que cargar con todo el saco de problemas sin comentar nada o lo justo con la familia para protegerlos y no preocuparlos, no cargues con esa losa, por ti... pero también por ellos.
Tu familia también sufre cuando tu empresa no va bien, de hecho sufre posiblemente más que tu, porque por un lado saben que las cosas no te van bien por mucho que lo intentes disimular, y por otro nunca tienen la información que tu tienes, lo que hace que tengan una gran incertidumbre, no saben cómo estás realmente y no saben cómo ayudarte si no eres transparente con ellos.
Es tu familia, es lo primero, ellos deben ser partícipes de cada decisión si esto repercute en la vida familiar, y para esto deben conocer exactamente lo que pasa. Se sentirán más seguros, y tu también. Te servirán de apoyo y de consejeros, y si finalmente la cosa no sale bien con la empresa, aunque eso pueda suponer dificultades en la vida familiar, ellos al menos sentirán que tu los has puesto delante de todo porque has contado con ellos.
SEXTO ERROR: Fracasa la empresa, no tu. Fracasa bien, cierra bien.
Cuando ya has tomado la decisión de cerrar tu empresa, aunque hasta ese momento hayas hecho las cosas mal, y la empresa y tu tengáis muchas deudas, aún tienes la oportunidad de cerrar este periodo de tu vida correctamente, y esto será el primer paso para un mejor resurgir.
Por favor, en ningún caso después de cerrar un negocio pienses que eres un fracasado, que no vales para nada, y metas la cabeza debajo de la tierra para esconderte y que sea lo que Dios quiera, dejando la empresa que no puedes cerrar por las deudas en manos de un asesor mal pagado al que preguntes cada 5 años cómo va el tema.
Si después de esa mala experiencia tienes que pedir ayuda a familiares o amigos, guarda el último dinero del que dispongas para un buen abogado y asesoramiento, pide que te ayuden a dejar todo lo mejor cerrado posible, reúnete personalmente con toda persona o entidad a la que debas dinero, explícales la situación, dales tu contacto, transmíteles que quieres saldar tu deuda pero que necesitarás un tiempo y su confianza para volver a levantar la cabeza.
Los caballeros se conocen por cómo cierran la puerta al salir, y cómo cierras una puerta normalmente aventura cómo será la siguiente que se abra, así que a partir de que has hecho todo lo posible por cerrar bien esa etapa de tu vida, levanta la cabeza, recuerda que eres un valiente, que has trabajado muy duro, que equivocarse es humano, y que ahora que tienes la información y la experiencia, no es momento para perder el entusiasmo, es precisamente el momento perfecto para volver a usarlo con mucho más criterio.
Y esto es todo, vienen momentos muy duros en España, muchos negocios van a cerrar y muchos empresarios y emprendedores lo van a pasar mal, por eso he escrito estas líneas, si a uno sólo pudieran servirle estas experiencias, habrá merecido la pena.
Pero aunque te toque cerrar la persiana, hazlo bien y con la cabeza bien alta, a ti que te gusta crear, te necesitamos, más que nunca.
Yo sí te admiro.
Cualquier cosa en la que pueda ayudarte, en este blog tienes mi contacto.
Ánimo.
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