Siempre he huido de todo tipo de clasismo, económico, intelectual, moral... Siempre me he sentido un extraño incómodo entre personas que proyectan creerse poseedoras de algún tipo de supremacismo que los hace distinguidos.
Dentro de los círculos donde se concentra el clasismo intelectual, es habitual escuchar reproches a los que somos simples incapaces: ‘no tenéis interés por la política’, ‘consumís fútbol que es el absurdo opio del pueblo’ ‘Leéis más 50 Sombras de Grey que a Vargas Llosa y así nos va...’
Y bueno, lo de saberse dichado en lo intelectual siempre lo he visto algo muy peligroso, de ser inteligente a pasarse de listo y actuar como un imbécil, hay una línea que me parece extremadamente delgada.
Siempre he relativizado la importancia de acumular datos en la memoria, y más desde que existen las bases de datos e Internet. Nunca he admirado a un ‘erudito’ si después su conducta no me demuestra que emocionalmente ha sido capaz de convertir su conocimiento en sabiduría.
Pero es que además creo que los hechos me hacen poder refutar algunos de sus reproches.
Hoy nos dirán que muchos ignorantes hemos estado más atentos a la marcha de Zidane que a una moción de censura donde nos jugamos el futuro de nuestro país, volvemos al Opio del pueblo.
Pues a todos los que piensen así les diré algo, en esa marcha de Zidane que ellos no pueden permitirse porque el fútbol pertenece a uno de los últimos infiernos de los ignorantes, se ha visto a un profesional renunciar a su cargo y a varios millones de euros después de ganarlo todo por responsabilidad para con su idea de lo que es mejor para el club, un ejemplo de valores, de honestidad, de responsabilidad y de altura.
Por el contrario, donde debería estar nuestro interés, sólo se ve a un señor encadenado a su poltrona, haciendo chistes malos después de un escándalo de corrupción, y con diferentes dirigentes haciendo reproches o alianzas a todas luces incoherentes si tratas de analizar sus principios y ver más allá de sus estrictos intereses electorales.
Quizá si tuviéramos una democracia participativa, si existiesen referéndums, partidos políticos con listas abiertas, voces discordantes, liderazgos no atados al Sistema con ese peaje de sumisión y continuidad que garantiza que personas de honor no puedan llegar al poder, los paletos nos interesaríamos un poco más.
Del habitual reproche literario siempre pienso lo mismo, si son tan listos y escriben tan bien, podrían aprender algo de marketing y escribir cosas que interesen a las masas, en vez de criticarla, acércate a ella para instruirla.
Mientras tanto, seguiremos leyendo 50 Sombras de Grey que por lo menos da para una fantasía en medio de tanta cadena, antes que libros infumables como La Civilización del espectáculo de Vargas Llosa, precisamente por eso, porque vivimos de la emoción y necesitamos espectáculo.
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