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No son los políticos estúpido, eres tu.


Escribo este artículo con un ánimo únicamente introspectivo y constructivo. 

No pretendo convencer a nadie de nada con mis reflexiones, soy consciente que cada uno tiene su vida y su prueba, que cada visión del mundo es única, necesaria y dependiente de innumerables experiencias vitales. Por eso la sabiduría siempre está repartida, y a lo más que puedo aspirar es a ordenar lo mejor posible mi forma de entender este momento histórico.

Últimamente es difícil no leer o escuchar críticas al gobierno de España y a la clase política en general. Es triste hacer el ejercicio de compararlos con la clase política que forjó la transición en nuestro país y sentir que el nivel intelectual, cultural y político ha decaído de manera notable. Pero... ¿Son ellos los culpables de nuestra deriva?

En mi opinión, rotundamente no. Veo la clase política de un país como una consecuencia y no como una causa, siempre he pensado que la clase política representa a la sociedad de la que emana, y que cada país tiene la clase política y el gobierno que su sociedad merece. 

Nos quejamos muchos de que en España los políticos no dimiten, pero nos preguntamos muy poco por qué. 

A la conclusión a la que he llegado es que no dimiten porque sus militantes no sólo no lo exigen, si no que serán los primeros en justificar que no debe hacerlo. Porque al español no le importa que un político sea corrupto, miserable, incompetente o mentiroso, parece que nos conformamos con que diga defender nuestras ideas. Y es que uno de los males incorregibles de los españoles es nuestra manera pasional de vivirlo todo, también la política. 

Por eso sumergidos en un fangoso sentimentalismo superficial potenciado aún más por el posmodernismo y una generación criada entre algodones de colores, somos capaces de lo peor, y también de lo mejor. Por eso a veces dan ganas de escapar, y cuando lo haces la echas en falta. Pero especialmente en el terreno político, tanta pasión y tan poca reflexión, nos está pasando una factura que será muy dura de pagar.

Y es que los asuntos públicos son extremadamente complejos, con un sinfín de conexiones que trascienden al propio país, donde cada decisión por pequeña que parezca tiene innumerables derivadas y consecuencias a medio y largo plazo difícilmente previsibles, donde las cuestiones más importantes no se conocen, y donde sobretodo, en el teatro político, casi nada es lo que parece. 

La Sociedad Civil no puede tomarse la vida pública como una guerra emocional de patio de colegio, como un partido de fútbol de rojos contra azules, como una competición de zascas y relatos superficiales donde los míos siempre son buenos, y donde los adversarios son enemigos que todo lo hacen mal, porque estamos convirtiendo el parlamento en el Club de la comedia como consecuencia de nuestra forma de participar como sociedad en la política.

Por eso creo que haríamos bien en recordar, que aunque todos defendemos unos ideales más o menos definidos con los que pensamos que todos viviríamos mejor, además de vivir mejor, hemos de seguir viviendo juntos. 

¿Por qué pienso que el nivel medio de la clase política ha decaído? Porque el nivel medio de la clase social que participa en el debate público al masificarse, también lo ha hecho. 

Ya nos advertía Ortega y Gasset en la Rebelión de las masas de los problemas inevitables que a corto plazo traería la alfabetización general y la democratización de la información. Antaño para participar en el debate social sobre asuntos públicos y mucho más para ejercer la política, necesitabas haber superado una serie de filtros y sacrificios, acceder a la información no era tan sencillo como ahora, darte a conocer menos. Hoy en día cualquier persona sin estudios puede recopilar cientos de miles de seguidores en tuiter con un buen marketing de eslóganes superficiales y aterrizar en el terreno político sin saber hacer la O con un canuto. Y por eso a veces el escenario político parece un episodio de Pantomima Full.

Pero entendedme, esta no es una observación clasista, que la alfabetización se haya generalizado es lo mejor que ha podido pasarnos, sólo que temporalmente y mientras las sociedades y todos los ciudadanos que por primera vez comienzan a preocuparse por los asuntos públicos van aprendiendo a base de ensayo y error, es inevitable que vivamos dolorosos procesos de ajuste, porque por desgracia, saber leer no cura el analfabetismo, basta con no ejercer.

Otra de las derivadas peligrosas de este proceso lo estamos padeciendo desde los Convenios de Ginebra, unos acuerdos que tendrían que haber servido para que los países sólo pudieran entrar en conflicto bélico con causa justificada y demostrando que era el último recurso, nos han traído dos guerras mundiales, y la época de conflictos más crueles, duraderos y sanguinarios. ¿Por qué?

Porque antes se entendía la guerra como un proceso natural de ambición imperialista, donde dos países decidían asumir el riesgo de sufrir una guerra a cambio de poder someter políticamente al adversario. Y quizá por esa naturalidad, era más común ver actos de compasión y honor hacia los derrotados. 

Todo cambió con los Convenios de Ginebra, a partir de ese momento había que justificar las guerras y cualquier análisis simplista a los que estamos tan acostumbrados nos diría que todo iba a mejorar, pero por desgracia la ingenuidad de muchos no termina con la siempre presente ambición desmesurada de otros, y este hecho hizo que determinadas élites con una cosmovisión más imperialista y totalitaria se comenzasen a preocupar por el famoso "relato", ya no bastaba con elegir un adversario, ahora había que convertirlo en enemigo y conseguir que la opinión pública se convenciese que la guerra era la única salida. 

Entre esta cuestión y la entrada de innumerables nuevos activos en la vida pública de los Estados, las élites comenzaron a invertir ingentes cantidades de dinero en controlar los medios de comunicación, también en realizar investigaciones de todo tipo sobre manipulación de masas y con todo este aprendizaje a controlar el relato. 

Antes de seguir, me gustaría aclarar para todo profano en cuestiones geopolíticas, que cuando se habla de élites nunca se piensa en 5 señores con traje y un licor de pera, fumando un puro sobre una mesa estando todos de acuerdo en cómo se debe dirigir la humanidad. Es todo muchísimo más complejo, aunque dentro del tablero de ajedrez hay principalmente dos cosmovisiones enfrentadas, una más totalitaria, donde determinadas élites piensan que la libertad es un peligro porque el ser humano es un borrego peligroso que puede estropearlo todo. Y otra más liberal donde otras élites piensan que precisamente la libertad y el ensayo/error es lo que hace que la sociedad pueda evolucionar. 

Lo de izquierda y derecha a las élites les importa un bledo, lo ven sólo como pienso intelectual para la plebe. De hecho, en los últimos tiempos, las élites con ideas más totalitarias que antes financiaban las corrientes imperialistas más agresivas vinculadas a lo que después sería la derecha conservadora, están invirtiendo ahora más recursos en financiar proyectos políticos vinculados a la izquierda, porque hoy son proyectos socialmente más vendibles, y es más fácil acceder con ellos a posiciones de poder donde con la ayuda de un articulado relato, convencer a las sociedades de la aberrante idea que limitar las libertades individuales en favor de un mayor poder para el Estado, será bueno para ellos. Todo con un único fin, tener un mayor control social para que nada cambie, principalmente su status quo.

Lo peor es lo fácil que se lo ponemos, nos lanzan un poco de miedo, sentimentalismo barato o un mensaje victimista, y 15M de millenials se tiran por un barranco si se lo pides sin cuestionarse lo más mínimo, así es la sociedad ñoña que ha generado tanta comodidad.   

Por todo esto me genera cierta ternura cuando los burócratas y políticos progresistas de hoy en día, inventan un sinfín de complejos artilugios financieros para que no haya correcciones en los Mercados, donde los Bancos Centrales parecen tragar con toda deuda pública, y muchas personas llenas de ingenuidad piensan que es por nuestro bien, para que no nos afecten las crisis. No, no es por tu bien, es porque pagar las consecuencias de un error con dolor, nos haría evolucionar como sociedad, volvernos más responsables, replantearnos si los actuales gestores lo han hecho bien, si el sistema es justo y sostenible, y si quizá no estemos en una burbuja financiera y monetarista como tan bien explica Huerta de Soto en "Dinero, crédito bancario y ciclos económicos".

Si fuera por nuestro bien, comprar una vivienda en España costaría 3 años de salario medio, y no estarían tapando cada burbuja con otra mayor hasta hacer imposible acceder a una vivienda si no es hipotecándote de por vida.

En cualquier caso todo va a cambiar mucho, hemos entrado en un cambio de era y el COVID ha servido de acelerador. Es tal el desaguisado financiero y de deuda pública, que no ha habido consenso en los foros internacionales sobre cuándo parar de sostener la situación y sobre cómo detonarla de manera controlada. La corrección sobre gasto público necesaria para poder cubrir intereses y devolver la deuda pública en países como el nuestro con más de 30.000M€/mes de déficit estructural pre-COVID, es proporcionalmente similar a la sufrida por Grecia en su colapso.

Estamos en una deriva desconocida donde todos están esperando el fin de la crisis sanitaria para soltar la cuerda del BCE, y ver cuándo, por dónde y cómo detona la situación, pero lo que nadie duda es que todo va a cambiar y que será a partir del fin de la emergencia sanitaria. Por eso hay muchos políticos tratando de estirar el miedo, la vacunación y la pandemia, porque saben que el final de su ciclo de barra libre está a la vuelta de esa esquina.

Pero veo toda esta situación como un proceso fascinante y positivo, los cambios siempre son para mejor, los ciclos siempre terminan con una crisis que sirve de catarsis y semilla para un ciclo mejor, habrá dolor como siempre que lo viejo se resiste a morir mientras lo nuevo empuja para nacer, pero sólo así se aprende y se fundamenta una buena base. Todos los ciclos terminan con la escenificación de la peor de sus versiones, y en ese momento estamos. Donde en una clase política que sabe lo que se avecina, hay tripulantes oportunistas que saltan del barco, y otros que venden su alma al diablo con tal de que su situación de poder dure un sólo mes más cueste lo que nos cueste a todos los demás.

Pero hagamos autocrítica que es lo único provechoso que se podrá sacar de esta reflexión, nosotros hemos generado esta clase política dirigente.

Porque eres libre de crear un partido político si crees que ninguno te representa, pero no lo haces. Porque hay infinidad de formas de vertebrar la sociedad civil por medio de fundaciones, asociaciones o think tanks para ayudar con tus ideas al terreno público pero no lo haces. 

Porque te conformas con apoyar como un hooligan a un partido político sin hacer nunca autocrítica. Porque nunca exiges públicamente la dimisión de un político del partido al que apoyas cuando lo hace mal, porque no eres capaz de loar a un político de ideas diferentes a las tuyas cuando lo hace bien.

Porque sólo lees medios de comunicación que dicen lo que quieres leer, porque sólo lees para contestar y no para saber qué pensar, porque primero elaboras un juicio y después buscas información para defenderlo en vez de hacerlo al revés, porque nunca cambias de opinión, porque piensas que los asuntos complejos son fáciles de solucionar, porque crees que tu lo harías mejor.

Porque eres tan ingenuo que piensas que una ideología basada en ideas estáticas de hace 60 años es capaz de organizar con éxito una sociedad que no deja de evolucionar, porque crees que las recetas que necesita una sociedad no dependen de cómo se esté comportando o la circunstancia socio económica concreta por la que esté pasando, porque crees que la política es lo que se ve, porque crees que los medios dan opiniones objetivas, porque crees poseer la Verdad, porque eres estúpido.

Y porque de una masa de estúpidos eligiendo a quién y cómo ha de dirigirnos, no puede salir una buena clase política.

Por eso y para finalizar la reflexión, os pido disculpas y asumo mi parte de responsabilidad, seguiré preocupándome de mejorar como ser humano y ciudadano, sólo así podré aspirar a tener una clase política mejor. 


Porque no son los políticos, soy yo.


 


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